Parece que los comentarios públicos no son del agrado de muchos. Por eso y por más razones, que no vienen al caso, aquí os dejo una cuenta de correo en la que podeis decir lo que os venga en gana.

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domingo, 20 de enero de 2008

Siempre, Audrey, siempre

Aún a riesgo de repetirme hoy comienzo hablando de mi gran amor, mi amada Audrey Hepburn, Edda Kathleen Van Heemstra Hepburn - Ruston, según la bautizaron. Tal día como hoy, hace 15 largos y solitarios años falleció a la pronta edad de 63 años la que para mi ha sido canon de estilo, belleza y saber estar. Y no por su delgadez, eso era lo que menos me gustaba, si no por esa limpieza de mirada, esos rasgos exactos y ese corazón grande como el Empire State. Nació en Bélgica en 1929, para sorpresa de muchos que la suponían americana, hija de una noble holandesa y un banquero irlandés. Lejos de tener una infancia caprichosa, le tocó sufrir. Divorcio de sus padres a sus 10 años y veraneando en Holanda sufrió en sus carnes la 2ª GM. Además de pasar hambre y miedo, las desgracias no se abstuvieron de apedrear a su familia: un hermano muerto con la resistencia, otro en un campo de concentración y un tío y primo fusilados. Cosas que aunadas a las que ya por naturaleza tenía le forjaron un carácter de lucha, entrega y auto disciplina. Estudió y trabajó en las disciplinas de Ballet, Canto e Interpretación. Su estrellato comienza en 1952 con Vacaciones en Roma -Oscarizada- y a esta le siguieron 4 nominadas: Desayuno con diamantes, Sola en la oscuridad, Historia de una monja y Sabrina. Obtuvo el Premio de San Sebastián y el Bafta británico por Historia de una monja. Y de nuevo el Bafta por Charada. Se casó por 3 veces. Mel Ferrer, (1954) con quien tuvo un hijo, Sean, y demasiados abortos que acabaron con su matrimonio en 1968. En 1969 repite en el intento con Andrea Dotti y tiene otro hijo, Luca, pero las infidelidades acaban con su divorcio en 1976. Tras esto decide retirarse del mundo del cine con la película Robin y Marian y se va a vivir a Suiza. No desconectada del todo conoce al actor holandés Bob Wolders con quien contrae su tercer, último y único fiel matrimonio. Así, reanudó su carrera de actriz y continuó grabando películas como Lazos de sangre (1979), hasta su última aparición en 1989 con Always, de Spielberg. En 1988 fue nombrada embajadora de la UNICEF, y fue encomiable su trabajo por la infancia en países como Sudán, El Salvador, Guatemala, Honduras o Vietnam, dedicándose a los niños pobres, como fue ella, hasta el último día que su salud maltrecha por un cáncer de cólon se lo permitió. Audrey, imagen y estilo de una época falleció un 20 de enero de 1993 en Suiza rodeada por sus cinco hombres y dando fe de que "Si en el cielo existen los ángeles, estoy convencido de que deben tener los ojos, las manos, el rostro y la voz de Audrey Hepbrun". Tras su muerte, Hollywood la honró con el Oscar Humanitario Jean Hersholt por su trabajo con la Unicef. Cuando ayer hablaba de ti no recordaba la fecha de tu óbito, pero mejor así. He tenido, sin pretenderlo, ocasión de hacerte mayor homenaje y mayor prueba de admiración. Cantaré en sueños de mi memoria, acariciando el recuerdo de tu presencia, esa dulce tonadilla "Moon river ...

Memorias del recuerdo

Lo bueno y lo malo de la mente humana son los recuerdos.

Cuando la vida te impulsa a seguir adelante, cueste lo que te cueste, tu inevitable compañera es la memoria.
Memorias de experiencias marcadas a fuego.
Recuerdos de tu vida en sensaciones.
Reacciones del pasado que se hacen presente.
La lógica de lo vivido es traído, con frecuencia erróneamente, para resolver el presente, o plantear un futuro por explorar. Siempre la experiencia es un grado y el zorro viejo tiene mucho camino andado y muy curtido su pellejo.
Pero eso solo te es válido, y no siempre, cuando de mundanas cuestiones se trata.
Cuando los sentimientos son los que mandan, los recuerdos, las memorias del pasado son solo equipaje que sobra.
La vida, trasiego de moradas, acervo de recuerdos ...
El paso del tiempo, arañar la felicidad, poner los cimientos en tierra firme, confiar en Dios, amar y anteponer la familia a todo, limpiar la memoria y aceptar los recuerdos es el mejor modo de pasar las moradas.
Poner al día el almacén de memorias del recuerdo, sin eliminar nada de lo vivido, pero colocando cada cosa en su sitio, es una tarea obligada para que la vida no sea un continuo pasarlas moradas.