Parece que los comentarios públicos no son del agrado de muchos. Por eso y por más razones, que no vienen al caso, aquí os dejo una cuenta de correo en la que podeis decir lo que os venga en gana.

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martes, 8 de enero de 2008

Lacrimoso Robin Williams

Por esas cosas de los Reyes Magos decidí pedir a sus majestades alguna peliculilla en DVD para esos ratos libres, escasos, que uno tiene y mira tu; me dejaron media docena.
He visto una de ellas aprovechando el festivo lunes "Más allá de los sueños". Preciosa película con unos efectos en las escenas del paraíso que he alucinado. Un mundo de pintura que mancha de óleo al andar por él. Muy, pero que muy interesante.
El amigo Robin siempre hace películas curiosas, muy de lucimiento personal eso sí, pero lo que más admiro es su facilidad para hacer brotar la lágrima.
¡Qué hombre!, si es que tiene cara llorón y te contagia.
Hasta con la "Sra Doubtfire" me hizo llorar el muy jodio. Y así un largo etcétera: Indomable Will Hunting, Patch Adams, El club de los poetas muertos, Un ruso en NY, ...
Tengo El rey pescador y me da miedo verla.
Con esto del régimen en las comidas no estoy para andar perdiendo líquidos de forma gratuita.
En fin mejor llorar por una película que por una desgracia, supongo.

Memorias del recuerdo

Lo bueno y lo malo de la mente humana son los recuerdos.

Cuando la vida te impulsa a seguir adelante, cueste lo que te cueste, tu inevitable compañera es la memoria.
Memorias de experiencias marcadas a fuego.
Recuerdos de tu vida en sensaciones.
Reacciones del pasado que se hacen presente.
La lógica de lo vivido es traído, con frecuencia erróneamente, para resolver el presente, o plantear un futuro por explorar. Siempre la experiencia es un grado y el zorro viejo tiene mucho camino andado y muy curtido su pellejo.
Pero eso solo te es válido, y no siempre, cuando de mundanas cuestiones se trata.
Cuando los sentimientos son los que mandan, los recuerdos, las memorias del pasado son solo equipaje que sobra.
La vida, trasiego de moradas, acervo de recuerdos ...
El paso del tiempo, arañar la felicidad, poner los cimientos en tierra firme, confiar en Dios, amar y anteponer la familia a todo, limpiar la memoria y aceptar los recuerdos es el mejor modo de pasar las moradas.
Poner al día el almacén de memorias del recuerdo, sin eliminar nada de lo vivido, pero colocando cada cosa en su sitio, es una tarea obligada para que la vida no sea un continuo pasarlas moradas.