Parece que los comentarios públicos no son del agrado de muchos. Por eso y por más razones, que no vienen al caso, aquí os dejo una cuenta de correo en la que podeis decir lo que os venga en gana.

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jueves, 27 de diciembre de 2007

El yuyu del causón

Vaya que sí. Como odio este mundo estúpido que nos hemos empeñado en vivir.
Como añoro la vida de antes. Jesús!, ahora todo es a la carrera. Viva los ordenadores! -recuerdo que cuando se empezó a ver ordenadores en algunas casas y empresas, allá por los 80, se decía de ellos que nos iban a facilitar el trabajo ...-, Coño! que bien se callaron lo de que nos lo iban a duplicar.
Que mal llevo esto del fin de año. Todo tiene que estar hecho y maquillado. Todo el año dando largas a los problemas y ahora entre comidas salvajes -en tamaño y especies-, y champán barato a rematar todo. Arghhhhh!
Y el "jefe", madre mía, es como en las películas de policías: parece que siempre asciende el más inoperante. No tiene ni idea de lo que se trae entre manos él y menos de lo que hago yo, pero tranquilo que siempre opina y sobre todo no falta comentario al uso: "y esto no debías haberlo terminado la semana pasada", sí hombre sí, claro que llevo una semana y más que estaré sino te callas y te quitas de enmedio.
Y la agenda. ¿Para qué quiero yo una agenda? Apunta todo y espera al día de la fecha y bla, bla, bla. Mentira!. Nunca se hace lo que tienes apuntado, reapuntas hasta que lo dejas de hacer porque te lo sabes de memoria el recordatorio y los imprevistos que cada vez son más previsibles, al menos en su origen: el "jefe" y como haya dormido, que tienen más urgencia que lo importante.
Dios mío!, que lejos están las vacaciones de verano. Menos mal que están los fines de semana.
Eso cuando no te empeñas en hacer todo lo que entre semana no has podido hacer de: la casa y los hobbies y el deporte y la familia, y la compra del mes (que se hace cada semana???), y los amiguetes.
Uffff, que miedo me da pensar en lo que me queda por hacer. Menos mal que a la parienta ya la certifique de vuelta con su padre. Mi "jefe" y mi conciencia son suficientes para mortificar mi existir.
Pues resumiendo, que acabaré sufriendo las enfermedades de moda del mundo de hoy: trastorno depresivo por "estrés", cólon irritable por la ansiedad, infarto por el colesterol, cáncer por el tabaco, alzehimer por la agenda y la calculadora, cataratas por el ordenador, o quién sabe incluso las padeceré todas a la vez.
De momento me asustaré con los análisis clínicos que me dan mañana y rezaré para no pasar otra semana de julio en cama por lo que mi abuela (+) daba en llamar "un causón" y que no es más que un simple agotamiento.
Pues eso, que si el año pasado fue tranquilo y me dio el mal, tal y como llevo éste sufro de yuyu al causón.

Memorias del recuerdo

Lo bueno y lo malo de la mente humana son los recuerdos.

Cuando la vida te impulsa a seguir adelante, cueste lo que te cueste, tu inevitable compañera es la memoria.
Memorias de experiencias marcadas a fuego.
Recuerdos de tu vida en sensaciones.
Reacciones del pasado que se hacen presente.
La lógica de lo vivido es traído, con frecuencia erróneamente, para resolver el presente, o plantear un futuro por explorar. Siempre la experiencia es un grado y el zorro viejo tiene mucho camino andado y muy curtido su pellejo.
Pero eso solo te es válido, y no siempre, cuando de mundanas cuestiones se trata.
Cuando los sentimientos son los que mandan, los recuerdos, las memorias del pasado son solo equipaje que sobra.
La vida, trasiego de moradas, acervo de recuerdos ...
El paso del tiempo, arañar la felicidad, poner los cimientos en tierra firme, confiar en Dios, amar y anteponer la familia a todo, limpiar la memoria y aceptar los recuerdos es el mejor modo de pasar las moradas.
Poner al día el almacén de memorias del recuerdo, sin eliminar nada de lo vivido, pero colocando cada cosa en su sitio, es una tarea obligada para que la vida no sea un continuo pasarlas moradas.